Una rueda es un símbolo que significa lo mismo para casi todas las personas: movimiento, acción, ciclos que empiezan, acaban y vuelven a comenzar… Y así es como entiendo la comunicación: un proceso que siempre está en marcha, que debe volver sobre sí mismo para aprender y tomar impulso, pero que también corre el riesgo de quedarse atrapado en el barro y requiere de un empujón para salir de un bache y avanzar.
Creo que el acto comunicativo nos define como seres humanos y por eso merece todo el respeto. Tiene la grandeza de transmitir ideas de generación en generación, de recrear mundos donde todo es posible, nos permite llegar a personas que viven geográficamente o mentalmente muy alejadas y tiene el enorme poder de cambiar, de motivar y de llevar a la acción, pero también al odio y al enfrentamiento.
Por eso la rueda que elijo es de colores, porque los matices y los tonos son necesarios para comunicar. Su origen viene de un podcast que puse en marcha en 2021, en los estertores de la pandemia, justo en los días en los que a Madrid llegó la tormenta Filomena. Habíamos estado encerrados en casa mucho tiempo, apenas habíamos visto al resto de compañeras y teníamos una enorme necesidad de comunicar y de hacernos compañía. Queríamos poner en marcha un podcast para la organización donde trabajaba entonces, WWF, y estábamos haciendo un curso de podcasting para hacerlo en las mejores condiciones. De ahí salió “Somos naturaleza”, el podcast de WWF España, pero también un proyecto personal centrado en la Agenda 2030, “La rueda de colores”(enlace al apartado de la web), donde quería contar experiencias relacionadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Era mi proyecto de fin de curso de podcasting. El color de la rueda lo definió la propia Agenda 2030, que relaciona cada ODS con un tono distinto. El amigo que me ayudó a diseñar el logo, Pablo Dávila (aquí podéis ver el trabajo tan chulo que hace), le dio el toque que me terminó de convencer: transformó la rueda es una especie de huipil de las camisas típicas mexicanas, país en el que estudié y viví durante unos meses muy felices.
Para la creación de mi marca personal, Alberto Cuervo (él también hace un trabajo estupendo que podéis ver aquí), compañero además de La mar de gente, lo entendió antes que yo: la rueda de colores y yo debíamos seguir juntas. Y tenía razón, es así como quiero que se entienda mi forma de trabajar. Siempre estoy en movimiento, me implico a fondo, me gustan los matices y, en general, intento quedarme con las cosas positivas. Por supuesto soy consciente y analizo las cosas que impiden avanzar en la comunicación. Siguiendo con la imagen de la rueda de colores puede ser el barro del camino, los tonos deslucidos porque o todo es negro o todo es blanco o porque sencillamente falta energía para seguir el ritmo. Por eso intento gestionar el trabajo de manera clara y coherente desde el primer momento y no tengo problema en pedir ayuda cuando la necesito: no siempre se sale sola de los baches.
Con esta premisa la rueda de colores y yo echamos a rodar. Será un placer comunicarnos contigo en el camino.